• Manhattan

    Por fin en casa después de un largo día de trabajo.

  • Manhattan

    Cuando ves mi cocina, entiendes como soy y comprendes como es mi vida.

  • Manhattan

    Necesito saber si mi mundo está conectado en este momento.

  • Manhattan

    Momentos de relax y calma en mi spa preferido.

  • Manhattan

    El lugar perfecto para disfrutar en buena compañía.

Manhattan

La cerámica ha estado siempre presente a lo largo de la historia de la humanidad, pero su funcionalidad y ventajas se hacen realmente palpables con el crecimiento de las grandes ciudades a finales del siglo XIX. La necesidad de facilitar la movilidad de sus habitantes y hacer fluido un tráfico cada vez más numeroso, dio lugar a los primeros suburbanos. Dureza, limpieza, luminosidad y posibilidades decorativas, fueron características que hicieron de la cerámica el material perfecto para estos espacios públicos. Estas ventajas, unidas a su belleza estética, supusieron que las estaciones de metro de las grandes urbes del mundo adaptaran la cerámica a estos entornos, y que más tarde pasaría a formar parte de las cocinas y baños de los hogares de los habitantes de estas ciudades. Nueva York fue la pionera, a la que siguieron Paris, Londres y Madrid.

Con la serie Manhattan hemos conseguido recrear estos espacios, que se muestran inalterables al paso del tiempo, y que son representativos de la cerámica más tradicional, con personalidad y carácter muy definido.

La serie Manhattan logra atmosferas y espacios de tiempos pasados, pero con la funcionalidad y diseños más actuales. Adaptable a cualquier proyecto, confiere personalidad a todas las estancias imaginables; baños, cocinas, cafeterías o la fachada de cualquier edificio.

Blancos y negros, biselados y lisos, mates, brillos y mármol, son las señas de identidad de la serie Manhattan, que unida a materiales como la madera, el acero, el ladrillo o el cemento, conforman el escenario idóneo para cualquier tipo de ambiente que podamos imaginar: retro, contemporáneo o el más vanguardista de los espacios.

La ciudad nunca duerme