…y después de una pausa obligada, los reencuentros

Emoción contenida, alegría y expectación ante muchos interrogantes: ¿Cómo estará? ¿le habrá tratado bien el paso del tiempo? ¿qué haré cuando la vea? A Laura le asaltan infinidad de preguntas de camino a la terraza del centro, en la que ha quedado con Mónica. Hace 3 meses que no se ven, 3 meses que han parecido 3 años y eso que viven en la misma ciudad..

A pocas manzanas Míriam está feliz. Acaba de reencontrarse con su abuela Ángela tras mucho tiempo separadas…

Mucho más lejos el panel de llegadas del aeropuerto ya anuncia el aterrizaje del vuelo procedente de Berlín. Álvaro se prepara para dar la bienvenida a Lidia mientras juega nervioso con una cajita pequeña. Hace más de 3 meses que no se han visto y en su último encuentro muchos asuntos quedaron pendientes: ¿habrá tomado una decisión definitiva? Él lo ha pensado todo. En su cafetería preferida del aeropuerto, donde tantas veces se han encontrado y despedido, acabarán aquella conversación…

Y a cientos de kilómetros Miguel espera en la heladería de aire retro del paseo marítimo a que en unos minutos llegue Sergio. Hace 3 meses, allí mismo, planificaron un viaje que tuvieron que suspender pero que, sin duda, ahora van a reorganizar o así lo espera Miguel, ¿tendrá la misma ilusión que yo?…

10 minutos más tarde. Todos reanudan sus vidas tras la pausa que se ha tomado el mundo. En una terraza acogedora, con un suelo de flores geométricas que le recuerdan a su infancia, Laura y Mónica charlan animadas. En una cocina de estilo modernista, con aquellos azulejos que evocan las paredes del metro de Nueva York, Miriam hace galletas con su abuela.

La luz de la lámpara de mimbre dibuja sobre el damasco de la pared de la cafetería la silueta de Lidia y Álvaro, de la mano, haciendo planes de futuro. En la heladería más luminosa del paseo marítimo, encima del banco revestido de cerámica con divertidas formas hipnóticas, se acumulan decenas de folletos de viaje que Miguel y Sergio remueven buscando la opción perfecta…

Ahora han sido ellos pero podría ser cualquiera de nuestros reencuentros para los que hemos buscado escenarios perfectos. Hemos elegido espacios seguros, pero también acogedores, que nos inspiran confianza y donde nos encontramos a gusto porqué estamos como en casa.

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